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Las propiedades de las microalgas les otorgan la capacidad de participar activamente en la recuperación del equilibrio medioambiental, y es que son una solución viable para una para conseguir una máxima eficiencia con mínima huella para un amplio abanico de industrias.

He aquí algunos ejemplos de su benéfico impacto:

Alta tasa de crecimiento: Las microalgas son conocidas por su rápida tasa de crecimiento. Pueden duplicar su biomasa en un período de tiempo muy corto, a menudo en cuestión de horas o días. Esto las hace altamente eficientes en la producción de biomasa, proteínas y otros compuestos bioactivos.

Eficiencia fotosintética: Las microalgas son altamente eficientes en la captura de energía solar a través de la fotosíntesis. Esto significa que pueden convertir la luz solar en biomasa de manera muy efectiva, lo que resulta en un rendimiento muy superior al de las plantas terrestres por unidad de área cultivada. Las microalgas multiplican entre 2 y 5 veces el rendimiento en producción de proteínas por hectárea de la soja y hasta 8 veces el de los guisantes.

Amplia diversidad de especies: Existen miles de especies de microalgas, cada una con su conjunto único de características. Esto permite la selección de especies específicas según las necesidades de la aplicación.

Cultivo controlable y versátil: Las microalgas se pueden cultivar en una variedad de condiciones, desde estanques al aire libre hasta reactores cerrados. Esto les permite adaptarse a diferentes entornos y disponibilidad de recursos. Como en un proceso biotecnológico, las condiciones de cultivo se pueden monitorear con gran detalle. Dependiendo de las condiciones la composición de la biomasa de las microalgas puede variar sustancialmente, permitiendo así optimizar el cultivo para maximizar la producción de un compuesto de interés.

Nutrientes y recursos mínimos: En comparación con los cultivos terrestres, las microalgas requieren menos tierra y agua dulce para su cultivo, especialmente si se cultivan con agua salada. Además, al cultivarse en agua, no dependen del suelo como las plantas terrestres, y, por lo tanto, pueden crecer en áreas donde el suelo es de mala calidad.

Contaminación del suelo reducida: Debido a que las microalgas se cultivan en agua, no tienen impacto directo en el suelo, lo que puede ser beneficioso para prevenir la erosión del suelo y la degradación. Además, para su cultivo no se utilizan pesticidas.

Secuestro de carbono: Las microalgas tienen la capacidad de absorber dióxido de carbono atmosférico durante su crecimiento, lo que puede ayudar en la mitigación del cambio climático.

Cosecha Continua: A diferencia de los cultivos tradicionales, que generalmente se cosechan una o unas pocas veces al año, las microalgas pueden ser cosechadas de manera continua. Esta capacidad de cosecha continua puede resultar en un rendimiento total más alto y reduce el riesgo de depender de una única cosecha anual. Esto hace que las microalgas sean más resilientes a los efectos adversos del clima, haciéndolas una fuente ideal para la seguridad alimentaria.